Vivimos en la era del plástico donde a menudo sentimos que no podemos hacer nuestras compras sin una bolsa a la mano. Esta dependencia al plástico ha llevado a que sea más fácil consumir y desechar, que detenernos a pensar en reciclar o reutilizar. Además, la comodidad de comprar frutas y verduras empaquetadas o congeladas ha hecho que esta práctica se vuelva habitual. Nos hemos acostumbrado tanto al plástico que, en ocasiones, quitamos la cáscara de las frutas solamente para envolverlas en películas transparentes, lo que resalta aún más nuestra dependencia de este material.
El plástico, a pesar de tardar 150 años en degradarse, se ha convertido en el material más utilizado en el planeta debido a su versatilidad. Se emplea en una amplia variedad de productos, como empaques, accesorios, juguetes y artículos de belleza, entre otros. Sus orígenes en forma de bolsa se remontan a 1965, cuando una empresa sueca las introdujo al mercado, lo que marcó un gran auge y el reemplazo de las tradicionales bolsas de tela. Para finales de los años 80, las bolsas plásticas ya dominaban el mercado de empaquetado en los comercios (ONU, 2021). Sin embargo, este auge trajo consigo un problema ambiental significativo: la mayoría de las personas utiliza estas bolsas sólo unos minutos antes de desecharlas, convirtiéndolas en un residuo que permanece en el medio ambiente durante décadas.
En este contexto, cada 3 de julio se celebra el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, cuyo propósito es concienciar sobre la importancia de reducir su consumo. Este objeto, tan presente en nuestras vidas, ha llegado a formar parte de nuestra cotidianidad: ¿quién no tiene una "bolsa de bolsas" en casa? Las bolsas plásticas han habitado nuestras cocinas, alacenas e incluso botes de basura durante tanto tiempo que imaginar un mundo sin ellas puede parecer un desafío, pero su reducción es crucial para enfrentar el problema ambiental que representan.
El abuso, más que su uso, ha hecho que se vuelvan un problema. Moreno-Mortala (2011) explica dos conceptos para entender la conceptualización que se tienen de la bolsa: obsolescencia programada, que es la que da el productor a los productos, él decide en qué tiempo dejará de ser útil para lo que fue diseñado; y la obsolescencia percibida, ésta es asignada por la sociedad, se basa en los gustos y en las preferencias que se tienen en cierto tiempo. Así, un producto puede pasar de ser considerado esencial a “basura” de un momento a otro. Entonces Moreno indica que nos encontramos ante una paradoja en el uso de las bolsas plásticas, pues éstas fueron diseñadas con un material que dura años (aunque sea desechado), pero culturalmente son usadas y desechadas en unos minutos.
Prohibiciones en México: avances y desafíos
En 2020, en la Ciudad de México se estableció la Ley de Residuos Sólidos Urbanos, donde se prohibieron las bolsas plásticas de un sólo uso. En comercios comenzaron a aparecer carteles de “No se da bolsa”, “Por disposición oficial ya no se dará bolsa” y “Trae tu bolsa”. Se desató una controversia, los empresarios del plástico estaban renuentes a esta política, mencionaban que se perderían muchos empleos, las bolsas son necesarias, lo repetían una y otra vez. Pero, ¿eran necesarias?, se estima que en México una persona consume 66 kg/año de plásticos, mientras que genera de 43 a 59 kg/año de residuos plásticos, es decir, 161.64 gramos diarios consumidos (SEMARNAT, 2023).La ley siguió, en los supermercados de mayor presencia dejaron de dar bolsas, pero sólo para empaquetar. Con la pandemia de la COVID-19 cambió la situación, en ese momento nos encontramos ante un problema de salud donde la gestión de residuos tomó relevancia, pero sólo en la recolección y disposición; sin embargo, en los hogares se percibió un aumento, probablemente por la compra de productos a domicilio (Jiménez-Martínez & Ruiz-Patoja, 2023).
Nos encontramos ante un grave problema no sólo ambiental, sino social. Generamos y consumimos bolsas que van a parar a un sitio que contamina y que se aprovechan por medio del reciclaje en un porcentaje bajo. Se estima que en México tan sólo el 5% de las bolsas que son producidas son acopiadas, las usadas como embalajes son las que principalmente se recuperan, pues las que son depositadas están contaminadas (Encarnación-Aguilar, 2009), entonces nos preguntamos ¿las prohibiciones y el tratamiento han servido?
Bolsas biodegradables: ¿una solución o un nuevo problema?
Parece que las prohibiciones por sí solas no son la respuesta efectiva al problema del plástico; de hecho, no han demostrado una disminución significativa en los residuos plásticos y la aparición de nuevos tipos de desechos sugiere que aún necesitamos encontrar soluciones adecuadas para su disposición. Esta situación puede dar la impresión de que estamos atrapados en un espiral sin solución. Sin embargo, hay un giro en esta historia, cuando se prohibieron las bolsas de polietileno y se promovió el uso de otros materiales más “amigables” con el ambiente, surgió un nuevo problema: las bolsas biodegradables. Aunque su nombre suena prometedor, en realidad, muchas de estas bolsas aún contienen polietileno de alta densidad en su estructura. Estas bolsas se introdujeron en el mercado como resultado de las reformas sobre residuos y su fabricación es similar a la de las bolsas plásticas, lo que facilitó su aceptación. Si bien sonaba a una gran solución, para que estas bolsas biodegradables se descompongan realmente necesitan ser expuestas a la luz UV, fricción o una combinación de ambos, antes de poder ser compostadas (Rabell-Contreras, 2013). Por lo tanto, aunque parezca una solución, en realidad representan un nuevo desafío en nuestra lucha contra la contaminación por plástico.Al final, las bolsas plásticas son enviadas a los sitios de disposición final (Figura 1) que de manera reservada son “aceptados” por la sociedad, allí entre los olores y restos de comida se entrelazan las bolsas, silenciosas, degradándose hasta convertirse en microplásticos.
Estamos haciendo las cosas individualmente, prohibimos sin considerar soluciones, proponemos soluciones sin tomar en cuenta las gestiones, gestionamos sin educar, porque de allí deberíamos partir. La creación de políticas y la gestión deben estar acompañadas de una concientización a la población usuaria, lo menciona Daza (2022), el éxito de una legislación en torno al uso de bolsas plásticas debe estar acompañada de una educación y reeducación.
Detalles del autor
- Nombre(s):
Isis Nealy Martínez Morales / CONAHCYT
Iris Margarita Pérez Palacios / UNITEC
Referencias
Daza Castro, L. K. (2022) Bolsas plásticas, aún la mejor alternativa (Tesis de licenciatura). Universidad Militar Nueva Granada Facultad De Estudios A Distancia Administración De Empresas Bogotá D.C., Colombia.Jiménez Martínez, N. M. y Ruíz Pantoja, T. (2023). El impacto de la pandemia por covid 19 en el manejo de los residuos sólidos urbanos en México. ITESO. P.p. 117-126.
Rabell Contreras, M. F., Vázquez Morillas, A., Espinosa Valdemar, R. M., Beltrán Villavicencio, M., Osada Velázquez, M. H., González Filio, J. U. (2013). Propuesta Metodológica Para La Evaluación De La Degradabilidad De Plásticos Mediante Composteo Revista Internacional De Contaminación Ambiental, Vol. 29, Núm. 3, p.p. 127-133.
Secretaría De Medio Ambiente Y Recursos Naturales (2023) Inventario Nacional de Fuentes de Contaminación Plástica (INFCP). Resumen Ejecutivo. Recuperado de https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/817333/INFCP_RE__2023.pdf
Organización de las Naciones Unidas (20 dic 2021). La historia de la bolsa de plástico, desde su nacimiento hasta su prohibición. Reportaje para el programa de medio ambiente. Recuperado de https://www.unep.org/es/noticias-y-reportajes/reportajes/la-historia-de-la-bolsa-de-plastico-desde-su-nacimiento-hasta-su
Montero Mórtola, C. (2011). Bolsas De Plástico Y Lazos Sociales. Notas De Campo Sobre Reciclaje Aposta. Revista De Ciencias Sociales, Núm. 48, Enero-Marzo, Pp. 1-24