¿Alguna vez has escuchado que la soledad viene acompañada? Esta frase hace alusión a que en nuestro cuerpo habitan millones de microorganismos que sin duda nos acompañan durante toda nuestra vida, incluso desde el vientre materno. El término microbiota es utilizado para referirnos a ese diverso sistema microbiano que habita en nuestro organismo. La microbiota intestinal en particular ha tomado relevancia por su impacto en el estado salud-enfermedad, es decir, la respuesta del organismo a la presencia de agentes externos. La comunidad microbiana participa en mecanismos relevantes para el organismo como la producción de vitaminas, digestión de carbohidratos, protección contra microorganismos patógenos y producción de metabolitos con efecto benéfico. Sin embargo, en los últimos años, el estudio de esta compleja comunidad microbiana y sus múltiples interacciones han expuesto que tienen un efecto significativo en el desarrollo y progresión de diversas enfermedades. En un principio, era lógico pensar que enfermedades gastrointestinales tuvieran su explicación a raíz de un desequilibrio en flora bacteriana. No obstante, investigaciones recientes han descubierto que podría tener un papel clave en el desarrollo de condiciones como la depresión, ansiedad, Alzheimer, autismo o enfermedad de Parkinson. La relación de estas enfermedades y la microbiota intestinal puede explicarse a través de lo que se conoce como eje microbiota-intestino-cerebro.
Resulta bastante interesante escuchar que el estómago es considerado nuestro segundo cerebro, claramente muchas de nuestras emociones se sienten en el estómago. El eje microbiota- intestino-cerebro es una vía de comunicación bidireccional que incluye la interacción del sistema nervioso central, entérico, periférico, sistema endocrino, sistema inmunitario y la microbiota intestinal (Figura 1). De esta manera, las sustancias que se producen o utilizan cuando el cuerpo descompone alimentos y medicamentos, llamadas metabolitos que la flora bacteriana produce, son transportados al sistema nervioso central a través del nervio vago y el sistema circulatorio. Neurotransmisores como la adrenalina, la dopamina y la serotonina, fundamentales para la generación de sensaciones y emociones son producidos por los microorganismos presentes a nivel intestinal. Estos neurotransmisores desempeñan un papel crucial en nuestra salud mental y física, influyendo en el sueño/vigilia, hambre/saciedad, temperatura corporal, ritmos cardíacos/respiratorios, energía/fatiga y producción de hormonas. Sin embargo, muchos de los metabolitos producidos por la microbiota intestinal pueden impactar negativamente en el sistema nervioso cuando existe un desequilibrio en ésta. La microbiota intestinal está fuertemente influenciada por factores externos como la dieta, el consumo de antibióticos, infecciones y niveles de estrés elevados. Dichos factores pueden conducir a un desequilibrio en la microbiota intestinal donde se presenta un desbalance en la población de bacterias benéficas respecto a las bacterias que pueden causar enfermedades infecciosas llamadas patógenas, condición que se conoce como disbiosis. La mayoría de las enfermedades neurológicas y neurodegenerativas coinciden en un desequilibrio en la microbiota intestinal, normalmente asociado a una menor diversidad bacteriana. La depresión es una enfermedad neuropsiquiátrica con alta prevalencia a nivel mundial. A pesar de que el tratamiento se basa en la administración de fármacos neurotransmisores, en un gran porcentaje de los pacientes el tratamiento no tiene el efecto deseado. Este hecho ha llevado a centrar la atención en lo que sucede en la microbiota intestinal. Diversos estudios han reportado que los pacientes diagnosticados con trastorno depresivo y ansiedad presentan menor abundancia y diversidad microbiana en comparación con individuos sanos.
En el caso de la enfermedad de Parkinson se ha reportado que el desequilibrio en la microbiota intestinal conduce a la evolución y agravamiento de la condición. De igual manera, la abundancia y concentración de especies benéficas es mucho menor en comparación con las bacterias patógenas presentes en pacientes con esta enfermedad. El avance de la enfermedad podría estar relacionado con la producción de toxinas de bacterias y sustancias inflamatorias que logran atravesar la barrera que protege al cerebro, llegando a afectarlo directamente. El Alzheimer, otra de las enfermedades neurodegenerativas que conduce a una disfunción cognitiva, se caracteriza por un incremento en la permeabilidad intestinal como resultado de una alteración en la microbiota intestinal. Así, las toxinas de origen bacteriano son filtradas y llevadas por la sangre hasta el cerebro, donde provocan inflamación y aceleran el avance de la enfermedad.
En enfermedades neurológicas crónicas como la esclerosis múltiple y la esclerosis lateral amiotrófica, el desarrollo de la enfermedad está influido por factores genéticos y ambientales. Entre ellos, el desequilibrio de la microbiota intestinal es uno de los factores clave en el origen de ambas condiciones. La esclerosis múltiple se caracteriza por una disminución de bacterias que ayudan a controlar la inflamación al apoyar la actividad de ciertas células del sistema inmune, llamadas células T reguladoras. Al mismo tiempo, aumenta la cantidad de bacterias que estimulan respuestas inflamatorias en el cuerpo. En la esclerosis lateral amiotrófica, estudios en modelos animales han mostrado que, en las primeras etapas de la enfermedad, se produce daño en la membrana intestinal, lo que aumenta su permeabilidad. Esto significa que la pared intestinal se vuelve más "porosa," permitiendo que ciertas sustancias, como las endotoxinas de las bacterias y proteínas inflamatorias, entren en el torrente sanguíneo. Estas sustancias pueden afectar de manera significativa al sistema nervioso central y contribuir al avance de la enfermedad.
Además de las condiciones descritas, nuevos enfoques han surgido en torno al papel que ejerce la microbiota en patologías como el autismo, esquizofrenia y artritis reumatoide. Así mismo, la búsqueda de alternativas que mantengan el equilibrio de la microbiota intestinal ha llevado al estudio de los probióticos, microorganismos vivos que ejercen diversos efectos benéficos. Múltiples estudios han demostrado que el consumo de probióticos previene y coadyuva en el tratamiento de enfermedades neurológicas y neurodegenerativas, conduciendo a la mejora de los pacientes que presentan dichas condiciones.
Citando a Hipócrates “Que tu comida sea tu medicina”, tal parece que la dieta es justamente la clave para el mantenimiento de la flora intestinal y, por ende, para la prevención de múltiples patologías. Si bien muchas de las condiciones aquí descritas son el resultado de múltiples factores, la microbiota intestinal juega un papel importante en la progresión de las mismas. Pensemos entonces que cada vez que nos alimentamos, estamos alimentando al mismo tiempo a toda una comunidad de microorganismos que necesitan ser nutridos de la mejor manera. Sin duda, hay millones de microorganismos que dependen de nosotros para seguir manteniendo un equilibrio que se traduzca en una salud integral. Definitivamente la soledad viene acompañada.