Los estudiantes se van, se apagan las luces del aula y las sillas quedan vacías. Lo único que queda es un pizarrón lleno de palabras, números y rayones. Se mantiene intacto, no se puede borrar lo que está escrito en él, es la memoria de lo acontecido.

Lo mismo pasa con los procesos en nuestro cerebro, se almacena información que se puede borrar, pero es mejor mantener, tal como un pizarrón con rayones que, una vez guardado lo escrito en él, se sustituye por otro iniciando una nueva clase, un nuevo día o una nueva experiencia, pero ¿qué pasaría si un inclemente e irresponsable llega, se inmiscuye y borra poco a poco los trazos de gis plasmados ordenadamente en las paredes de nuestra memoria? El Alzheimer es ese inclemente.

Esta enfermedad de etiología desconocida caracterizada por un deterioro progresivo de la memoria y la función cognitiva representa aproximadamente el 60-70 % de todos los casos de demencia en el mundo y que, a pesar de su alta tasa de padecimiento, es apenas un grano de arena en una playa de enfermedades neurodegenerativas que constituyen un problema de gran magnitud, gravedad y complejidad bio-psico-político-social.

Este tipo de enfermedades afectan al sistema nervioso y ocasionan el desgaste progresivo de neuronas en áreas concretas del cerebro. Se estima que existen más de 100 tipos, entre las que destacan la de Parkinson, de Huntington, demencia senil, la esclerosis lateral amiotrófica, y la borra pizarrones, el Alzheimer. Investigaciones han demostrado que el aumento de estos padecimientos está creciendo exponencialmente, por lo que es precisa la acción de los distintos ámbitos de los sistemas de salud y la investigación en su abordaje.

“Afectan varias actividades que el cuerpo realiza, como el equilibrio, movimiento, hablar, respirar y funciones del corazón”

La búsqueda de nuevas estrategias terapéuticas para Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas es fundamental para la ciencia, y es lo que hace el doctor José Aguilera Ávila, catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología molecular de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El doctor Aguilera se ha enfocado desde hace casi 40 años a conocer cómo actúan las toxinas clostridiales y cómo algunos de los elementos que ha caracterizado con su grupo de investigación pueden ejercer acciones terapéuticas particularmente orientadas a contextos de enfermedades neurodegenerativas.

Un viejo asesino: la toxina tetánica.


Todo comenzó desde el año 1977, influenciado por el doctor Francesc Gonzáles-Sastre, abordó el estudio a nivel molecular de la enfermedad del tétanos, más en específico la toxina que la causa y su estructura tridimensional: la toxina tetánica (TeTx).

“La estructura molecular de la TeTx es conocida como AB: el fragmento A es el que produce la toxicidad y el fragmento B, produce otras características como afinidad a los tejidos transporte, etcétera”, sin embargo, esta va más allá, pues consta de un fragmento denominado ligero, que actúa sobre diferentes proteínas como la sinaptobrevina, proteína esencial para la secreción de neurotransmisores, aquellas sustancias químicas que genera nuestro cerebro y que cumplen la función de mensajeros, es decir, se encargan de transmitir las señales de una neurona a otra.

La acción de esta toxina al degradar proteínas, como la que se menciona anteriormente impide que los neurotransmisores como la glicina, el GABA, la dopamina o la serotonina entre otros, no se puedan liberar y no se conecten adecuadamente las neuronas, por tal situación, el doctor Aguilera comenzó a estudiar la inhibición de la liberación de la serotonina, lo que causaba dolor de cabeza, irritabilidad e insomnio, principalmente, y no la sintomatología de las contracciones musculares, especialmente en la mandíbula y los músculos del cuello que causa la enfermedad por tétanos.

Así inició el camino hacia un amplio repertorio de preguntas que lo llevó a otros países como Israel y Estados Unidos para encontrar maravillosas respuestas con la TeTx, teniendo como protagonista a una parte que conforma a esta toxina y que funciona como caballo de Troya para llevar la toxicidad al sistema nervioso sin tenerla: la Hc-TeTx.

Hc-TeTx, una maravilla

Rápidamente encontraron excelentes usos de este fragmento de la toxina como antidepresivo, pues a través de experimentos en modelos murinos lograron disminuir hasta en un 50% los signos característicos de depresión en las ratas a través de la prueba de nado forzado* en 24 horas y con una sola dosis, convirtiéndolo en el primer fármaco sin toxicidad que elimina la depresión en un periodo tan corto y que logró patentar.

Posteriormente hizo nuevos descubrimientos con potencial benéfico para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, lo que lo ha llevado a colaborar otros grupos de investigación como el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Zaragoza, el Instituto Ramón y Cajal de Investigaciones Sanitarias, la Universidad de Howard, y su propia universidad, entre otros dándole a su objeto de estudio un panorama más estructurado.

Otros experimentos importantes que ha llevado a cabo están relacionados con la enfermedad de Parkinson y que, al aplicar el fragmento recombinante sintetizado sin contaminación de la toxina tetánica, disminuye la sintomatología presentada por la rata, y que, al aumentar las dosis, puede eliminar el daño provocado. Lo que en humanos da la oportunidad de la administración prematura para crear un posible freno de la muerte celular y evitar el desarrollo tan rápido de esta enfermedad y dar una mejor calidad de vida a los pacientes.

Y así con su grupo de investigación han estudiado la enfermedad de Parkinson y de Alzheimer, además de la atrofia muscular espinal, esclerosis lateral amiotrófica, parálisis facial, incontinencia, depresión y envejecimiento, y otras más. Su trabajo, al igual que el de todos los científicos involucrados en el estudio de estas enfermedades, abre paso a las oportunidades en cuando al desarrollo de avances que han conseguido potenciales terapias para las enfermedades neurodegenerativas y así intentar prevenir, mitigar y tratar la enfermedad que hace que se borren los pizarrones de muchas personas en el mundo, y de otras más.

Detalles del autor

  • Nombre(s): José Manuel López Vásquez

Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual, o cuando se está buscando una cosa distinta. RAE,2021