El estudio de la conducta sexual en los insectos, una fascinante área de la etología, implica que los investigadores dediquen largas horas a observar detenidamente las interacciones reproductivas de estos organismos. Esta práctica, aunque científica, comparte una curiosa similitud con el voyeurismo, definido como un trastorno sexual que consiste en observar a otros, generalmente desconocidos, mientras participan en actividades íntimas. Inspirándonos en esta conexión, proponemos de manera provocadora el término 'voyeurismo científico' para describir estas prácticas de observación en el marco de la ecología química, una disciplina que explora las interacciones entre organismos mediadas por sustancias químicas (Figura 1).

Una manera de desenmarañar la conducta de los insectos es a través del lenguaje químico. Este lenguaje se expresa mediante un esquema de comunicación química, siendo este, el modo más antiguo y común de interaccionar. Dentro del esquema se involucran tres elementos clave: a) el emisor, que libera las sustancias químicas; b) el receptor, que detecta estas sustancias; y c) el mensaje químico: siendo un conjunto de moléculas odorantes acarreadas por el viento, describiéndose como "plumas de olor." Este esquema sencillo ayuda a ilustrar cómo se produce el flujo de información entre los organismos, facilitando su interacción y adaptación al entorno (Figura 2).

Los dedicados a la ecología química, en parte, estudiamos las actividades sexuales fisgoneando a los organismos, sin embargo, nuestra condición humana no es suficiente para identificar la pluma de olor a través de nuestros ojos, ni de nuestro olfato, aunque sabemos de forma indirecta que “está ahí”, ya que el receptor modifica su conducta como una forma de reaccionar ante las sustancias liberadas por el emisor. La conducta bien puede definirse como el conjunto de respuestas coordinadas internamente (acciones o inacciones) provenientes de los organismos o grupos de organismos a estímulos internos y externos, distinguiendo tres distintos tipos de conducta en los insectos con relación a las sustancias químicas: la alimentaria, la agonista y la sexual.

Una gran parte del reino animal es capaz de percibir sustancias químicas a través del olfato. Sin embargo, para los insectos es crucial porque “del olfato nace el amor”, ya que previo a sus encuentros sexuales, necesitan olerse. En este caso, hay un papel específico para el macho y otro para la hembra, siendo común que la hembra sea el emisor, y quien inicie la actividad sexual con la liberación de la feromona para comunicar al macho que está lista para aparearse. Por otro lado, el macho es el receptor; si se encuentra a una distancia dentro de la pluma de olor, detectará a la hembra, decodificando el mensaje químico y modificando su conducta, yendo hacia ella.

Como bien sabemos, las feromonas liberadas por la hembra son indispensables para mediar la conducta sexual, por ello, los machos cuentan con estructuras especializadas para detectar y “entender” esta clase de mensajes, y lo hacen mediante sus antenas ¡sí! Los insectos huelen con las antenas (Figura 3). Éstas cuentan con estructuras quimiorreceptoras, y proteínas especializadas conocidas como “proteínas de unión a olores” (OBP, por sus siglas en inglés) que le permiten al macho reconocer a la hembra de su misma especie.

Un ejemplo interesante de comunicación química en el mundo de los escarabajos es el de Cyclocephala lunulata donde se ha investigado la atracción de los machos hacia las hembras (Figura 5). Los machos realizan distintos movimientos antenales previos a la localización de la hembra, una vez que la encuentra, la monta por la parte posterior para realizar la cópula.

Otro caso es el de Macrodactylus mexicanus (Figura 6), mejor conocido como “frailecillo”, un escarabajo estudiado por sus conductas sexuales en relación con su planta hospedera. En esta especie, se han observado movimientos de cabeza y antenas, así como distintas formas en que los machos se desplazan para localizar a las hembras y durante el proceso de monta. Estos ejemplos ilustran cómo la comunicación química y el comportamiento sexual están interrelacionados en el mundo de los escarabajos.

Por último, es fundamental destacar la relevancia del “voyeurismo” con fines científicos. La observación de la conducta animal nos brinda valiosa información sobre su biología y las etapas en las que se produce el intercambio de sustancias químicas. Este conocimiento es esencial, ya que puede dar lugar a propuestas para el manejo y monitoreo de poblaciones de insectos. Esto es particularmente importante, ya que muchos insectos tienen un impacto económico significativo debido a su actividad como plagas. Así, la investigación en este campo no solo amplía nuestra comprensión de los ecosistemas, sino que también contribuye a la gestión sostenible de recursos agrícolas.

Figura 1. “Voyeurismo científico” en insectos. Elaboración: José Arturo Addi Mendieta González. El estudio de la conducta sexual en los insectos, una fascinante área de la etología, implica que los investigadores dediquen largas horas a observar detenidamente las interacciones reproductivas de estos organismos. Esta práctica, aunque científica, comparte una curiosa similitud con el voyeurismo, definido como un trastorno sexual que consiste en observar a otros, generalmente desconocidos, mientras participan en actividades íntimas. Inspirándonos en esta conexión, proponemos de manera provocadora el término 'voyeurismo científico' para describir estas prácticas de observación en el marco de la ecología química, una disciplina que explora las interacciones entre organismos mediadas por sustancias químicas (Figura 1).
Figura 2. Esquema de comunicación química en un contexto de conducta sexual. La hembra libera la feromona o mensaje químico y el macho capta el mensaje por medio de su sistema olfativo. Elaboración: José Arturo Addi Mendieta González.
Figura 3. Escarabajo cerambícido provisto de grandes antenas. Las antenas de los insectos cuentan con quimiorreceptores y OBP, permitiéndoles captar feromonas o mensajes químicos que se encuentran en su entorno. Elaboración: José Arturo Addi Mendieta González.
Figura 4. Ilustración de la conducta precopulatoria en Cyclocephala lunulata. Tomado de Benítez-Herrera et al. 2024.
Figura 5. Etograma que muestra en parte la conducta sexual de Macrodactylus mexicanus sobre hojas de su planta hospedera. Las letras en orden alfabético representan la secuencia conductual. Tomado de Salgado-Farias, 2022.

Detalles del autor

  • Nombre(s):
    Noé Yamil Pages Paez
    Carolina Contreras González

Literatura citada
Benítez-Herrera, L.N., Cibrián-Tovar, J., and Romero-López, A.A. (2024). Behavioral and histological evidence of participation of Cyclocephala lunulata1. Southwestern Entomologist, 49(1):173-184.

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