Por primera vez, un secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en su discurso inaugural planteó que uno de los grandes desafíos de la humanidad es el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad. El secretario Antonio Gueterres afirmaba hace unas semanas que ante “un sinfín de nuevas tecnologías, hay multitud de señales de alarma. Las plataformas de los medios sociales, basadas en un modelo de negocio que monetiza la indignación, la ira y la negatividad, están causando daños inenarrables a las comunidades y las sociedades. El discurso de odio, la desinformación y los abusos, dirigidos especialmente contra las mujeres y los grupos vulnerables, están proliferando”. En el mismo tenor, recalcó que los datos personales digitales se compran y venden para influir fuertemente en el comportamiento de las personas y en temas de marketing. Al mismo tiempo, sistemas como el del espionaje y vigilancia cibernética están fuera de control, todo ello sin el mínimo respeto a la intimidad y privacidad.
Entonces, podemos preguntarnos ¿cómo estudiar las implicaciones socio-culturales, éticas y económicas de todo ello?, ¿cuál es nuestro rol como especialistas, investigadores y periodistas?, ¿será solamente analizar e informar, o tendríamos que denunciar, preparar y/o alertar a la sociedad sobre estos cambios inminentes?
En la actualidad, las Ciencias Sociales y la Humanidades deben tomar un rol preponderante en el análisis y evaluación de los impactos planteados por Guterres. Ante ello, existe un potencial enorme en nuevas subdisciplinas, aquellas que están desarrollando abordajes multi e interdisciplinares, holísticos y vanguardistas. Un ejemplo proviene de la Antropología Social. El movimiento iniciado a finales de los ochentas en Europa denominado Tecno-Antropología (heredera de las llamadas Ciencias del Diseño) es una corriente de pensamiento enfocada al fomento a la cultura digital y la innovación, así como al entendimiento de los impactos de la Sociedad de la Información y el Conocimiento; mostrando ciertas pautas acerca de cómo estudiar los dilemas actuales en materia de ética en la edición genética, relación cuerpo-máquina (cyborgization), ciberseguridad, biohacking, cultura algorítmica, privacidad en el internet, ética digital, etc.
Sobre esta nueva subdisciplina se ha dicho que la síntesis entre la Antropología y la Tecnología permitirá trazar cualitativamente una línea de continuidad entre la innovación tecnológica, la social y la cultural. Al mismo tiempo, la síntesis entre el pensamiento ingeniero y el pensamiento social y humano ofrece la oportunidad de que los antropólogos puedan diseñar cultura.
En el advenimiento, ubicuidad y penetración de las tecnologías digitales en nuestra vida cotidiana, se puede afirmar que los Tecno-Antropólogos del siglo XXI, como investigadores sociales (y especialmente como diseñadores culturales), podrían ayudar tanto a los ciudadanos como a los desarrolladores y tecnólogos a establecer las condiciones iniciales mínimas necesarias, así como para dinamizan procesos tanto de descubrimiento y familiaridad con las nuevas tecnologías. De esta forma, la Tecno-Antropología como ciencia “aplicada” podría ayudar en la generación y exploración de nuevos conocimientos y al mismo tiempo introducir un nuevo campo de investigación y aplicación: el diseño social y cultural.
Detalles del autor
- Nombre(s): Rodrigo Ramírez Autrán