Se tiene la idea de que los incendios forestales traen consigo solo efectos negativos, aun cuando a lo largo de investigaciones y debates al respecto se ha llegado a la conclusión de que éstos forman parte de la dinámica de los ecosistemas al permitir el aumento y mantenimiento de algunas especies animales y vegetales.

El principal efecto de los incendios sobre la fauna silvestre es indirecto, ya que el hábitat sufre cambios de manera inmediata y a largo plazo una vez ocurrida la alteración, tales como la modificación de la estructura de la cobertura vegetal y la disponibilidad de alimento, que gradualmente perturban las cadenas tróficas de las especies en un determinado espacio a lo largo de distintos periodos temporales.

En el caso de depredadores tope como el jaguar y el puma, que tienen su sitio en la cima de las pirámides alimenticias, existe poca información; no obstante, varios investigadores han puesto sus esfuerzos en identificar lo que sucede con estas especies antes y después de su interacción con el fuego, tal es el caso del Dr. Juan Pablo Esparza Carlos y su grupo de investigación del Centro Universitario de la Costa Sur de la Universidad de Guadalajara (UAG), cuyo estudio se ha enfocado en los bosques subtropicales de montaña en la Sierra de Manantlán, ubicada en parte de los estados de Jalisco y Colima.

“Cuando hablamos de incendios forestales, lo primero que nos viene a la mente son los daños directos sobre los animales cuando está activo el incendio: muertes, quemaduras, intoxicaciones”, explica el Dr. Esparza; sin embargo, el verdadero dilema es lo que ocurre después: los animales que sobreviven se enfrentan a un hábitat completamente diferente y es cuando quedarse o irse del lugar destruido pone a prueba su capacidad de adaptación a las nuevas interacciones con otras especies.

A través del uso de cámaras trampa, el grupo de investigación de la UAG logró identificar lo que acontecía en el lugar del incendio en periodos de tiempo que comprendían desde pocos días hasta 3.6 años después de ocurrido el incendio, observando cambios radicales en la flora y fauna del ecosistema.

Es importante destacar que la medición del efecto de los incendios depende directamente de los ecosistemas en donde están ocurriendo, siendo el tamaño, la intensidad, la frecuencia y el tipo de ecosistema factores determinantes para su estudio, pues su contexto a niveles micro y macroscópico difieren, y lo que en un inicio fue bosque puede transformarse en matorral, mientras que las selvas se convierten en sabanas.

En la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán existen diferentes tipos de vegetación, entre los que se consideran como principales se encuentran el bosque mesófilo de montaña, bosques de pino y encino, además de bosques de pino, detalla el investigador de la UAG, en donde cohabitan especies animales como el jaguar, puma, ocelote, tigrillo, venados, pecarí de collar, entre otras. Estos datos cobran importancia, ya que, en la primera parte de su estudio, el Dr. Esparza y su grupo de investigación se enfocaron en determinar los efectos que tuvo un incendio que arrasó con aproximadamente 18 mil hectáreas de cobertura vegetal en el año 2017 sobre la abundancia del jaguar, el puma y sus presas, y hacer comparación con datos que se tenían del año 2015. A partir de esta investigación se hicieron descubrimientos interesantes.

Con base en análisis de población y cotejos pudieron determinar que la cantidad de pumas y jaguares al igual que sus presas principales se encontraban en la misma cantidad que en la zona que se quemaría en el 2017, lo que daba certeza a los cálculos. De acuerdo con el conteo de tres y diez meses posteriores al incendio, la cantidad de pumas, jaguares y pecaríes había disminuido en esa zona, aumentando así la cantidad de estas especies en las zonas aledañas no alteradas por el incendio.

Pero ¿qué era importante para los depredadores tope después del incendio? La estructura del hábitat, respondió el Dr. Esparza, pues es esta estructura la que les facilita esconderse para capturar a sus presas, mientras más cerca estén de ellas, se asegura el éxito de la captura, “los felinos como los pumas y jaguares necesitan arbustos y troncos para camuflarse”. Este cambio físico directo sobre la estructura también se extrapoló al nivel de actividad, no sólo de los depredadores tope, sino de sus presas. Ambos se volvieron diurnos, tanto para la caza como para evitarla.

Al tener los incendios forestales un efecto a largo plazo, en la segunda parte del estudio y en colaboración con su grupo de investigación, el Dr. Esparza midió el efecto y la densidad poblacional de cuatro especies de félidos, el jaguar, el puma, el ocelote y el tigrillo, así como sus respectivas presas, después de tres años de ocurrido el incendio.

“Comparamos con datos del 2014, para medir tres años antes y tres después -indica el también miembro del Sistema Nacional de Investigadores-, y encontramos una disminución o mantenimiento de las especies de felinos estudiadas”, pues hubo un decremento de las poblaciones de jaguar y, aunque el puma se mantuvo estable poblacionalmente, se identificó una tendencia a la disminución, pues la relación puma-jaguar es evitativa. Por el contrario, al haber una disminución de depredadores tope, las poblaciones de presas se fueron al alza “como el caso del pecarí”, puntualizó.

Otro caso de mantenimiento poblacional se encontró en el ocelote y el tigrillo, al tener espacios de actividad diferentes, debido a sus preferencias arborícolas y evitarse entre sí.

“Las relaciones son complejas, el motor de cambio que modifica primero el hábitat es el fuego, pero después lo que rige son las consecuencias en los cambios en las abundancias de los depredadores que determina la abundancia de las presas -mencionó el Dr. Esparza-a pesar de todo, se ha estado viendo una lenta recuperación en la densidad poblacional de muchas especies afectadas, es una esperanza”.

Si bien, aunque la importancia del fuego en los ecosistemas es un asunto complejo, éstos han establecido relaciones, donde incluso algunos han desarrollado adaptaciones para depender de sus efectos; no obstante, mantenerlos controlados es de vital importancia para no dañar a más especies animales a corto, mediano y largo plazo.

Detalles del autor

  • Nombre(s): José Manuel López Vásquez