La coloración animal no sólo ha sido explorada por grandes naturalistas como Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, también ha sido examinada desde disciplinas como la fisiología, la genética y la física. Sin embargo, hasta hoy no se ha encontrado una respuesta definitiva a semejante espectáculo (Endler y Mapes 2017).

¿Cómo se forman los colores?

En la naturaleza existe una amplia gama de colores, pero no todos se generan de la misma manera, cada plumaje, escama o pelaje tiene un origen particular. Los patrones tan complejos y magníficos de los animales se deben a la presencia de pigmentos químicos, por microestructuras que absorben, modifican y/o reflejan la luz, y por las combinaciones entre estos dos mecanismos (Maynard-Smith y Harper 1995).

Los pigmentos se sintetizan dentro del cuerpo o son adquiridos mediante la dieta. La melanina, el más común, se sintetiza y es responsable de producir variaciones de grises. En cambio, los carotenoides que generan rojo, naranja y amarillo se adquieren consumiendo plantas, hongos u otros organismos. Existe una vasta cantidad de estos pigmentos, como la psitacofulvina que colorea a los loros, la porfirina que tiñe de verde vívido a los quetzales o la biliverdina que produce azul en los huevos de algunas aves (Fig. 1). En contraste, la coloración estructural depende de microestructuras en los tejidos que dispersan la luz que les llega. Además de producir azules y violetas intensos, puede generar cambios de color según el ángulo de la luz. Esta iridiscencia se aprecia en el brillante verde de algunas avispas y escarabajos (Sun y cols. 2013; Caro y cols. 2017; Shawkey y D’Alba 2017) (Fig. 2).

Este rasgo tan interesante está bajo presiones selectivas y es crítico en la supervivencia de cada individuo. Las diferentes combinaciones de colores ayudan a aumentar las posibilidades de supervivencia y el éxito de apareamiento de cada individuo, y es una característica que se puede heredar en cierto grado a la siguiente generación. Un buen ejemplo es el uso del camuflaje, el cual permite que algunos organismos se confundan con su entorno y pasen inadvertidos ante los depredadores. La coloración también se utiliza como medio de comunicación; para conocer el estado de salud, señalizar el estatus social, para evadir parásitos, para termorregular y para la reproducción. Las señales que reflejan calidad pueden funcionar para la elección de parejas, pero pueden ser costosas para sus portadores, si es llamativa, se incrementa el riesgo de depredación o se disminuyen los recurso para otras funciones vitales (Maynard-Smith y Harper 1995; Protas y Patel 2008; Stuart-Fox y Moussalli 2009).

¿Por qué hay tanta variedad de colores en los animales?

Para entender el origen de esta característica se han propuesto varias explicaciones. La hipótesis de advertencia contra depredadores plantea que la coloración surgió para comunicar que los organismos portadores de estos patrones vistosos son presas difíciles o toxicas. La hipótesis de la utilización diferencial de nicho sugiere que el ambiente y lugar de distribución de cada especie permite adaptaciones de color; así como que, si los sexos tienen nichos distintos, sus coloraciones también serán distintas.

La hipoestesia del desplazamiento ecológico de caracteres expone que la variación del color entre dos o más especies parecidas que se distribuyen en el mismo lugar se da por la necesidad de diferenciarse y evitar cruzas no viables. La hipótesis de la selección sexual explica que, en las especies con reproducción sexual, la coloración participa en la identificación del sexo, la madurez sexual y elección de pareja. Otra explicación a la evolución de este carácter animal es la termorregulación: los colores oscuros absorben una mayor cantidad de radiación solar, ayudando a aumentar la temperatura corporal, lo cual puede dirigir el tipo y patrón de color de los organismos. Además, existen especies que producen luz como un tipo especial de señales de color, permitiendo la comunicación entre especies para conseguir alimento y escapar de depredadores, y entre organismo de la misma especie para anunciar su estado de salud y encontrar parejas para la reproducción (Hasson 1997; Hoekstra 2006; Davies y cols. 2016; Tibbets y cols 2017).

Conclusión

El estudio de estos caracteres es emocionante y cada vez existen nuevos descubrimientos para lograr entenderlos. Ahora sabemos que la coloración animal se debe a combinaciones de pigmentos y microestructuras orgánicas que generan la enorme y espectacular variedad de patrones que observamos en la naturaleza. Hemos aprendido que estos patrones evolucionan en función de las especies, ya sea que los usen para comunicar señales entre distintas especies o entre miembros de la misma especie o para calentarse o evitar el sobrecalentamiento. Sin embargo, cada descubrimiento da pie a nuevas y emocionantes preguntas por descubrir

Figura 1. Caballito multicolor (Hesperagrion heterodoxum). Se aprecian los colores generados por diferentes pigmentos Autor: M.A. Serrano-Meneses.
Figura 2. Abeja de orquídea (Euglosa obrima). Se observa coloración verde metálica debido a microestructuras en combinación con pigmentos. Autores: O. García-Miranda y A.I. Carrillo- Muñoz.

Detalles del autor

  • Nombre(s):
    Aldo Isaac Carrillo-Muñoz
    Oscar García-Miranda