Desde hace más de 20 años pertenezco al Centro Tlaxcala de Biología de la Conducta, antes Centro de Investigaciones Fisiológicas, de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, en el Laboratorio de Psicobiología del Desarrollo. Durante mis estudios de posgrado me sorprendió saber que existe un tipo de comunicación por medio de moléculas que estimulan el olfato, la comunicación química, y cómo algunas moléculas odorantes podían modificar el comportamiento y la fisiología de diversos animales. Pero lo que me sorprendió más fue la forma como ocurre en animales más complejos como los mamíferos, por ejemplo, el conejo. Esta especie posee órganos especializados en producir olores que dan mensajes a otros conejos, como unas glándulas que tanto los machos como las hembras tienen en la barbilla, llamadas submandibulares o del mentón, y que frotan sobre los objetos para depositar su secreción. Además, los conejos poseen un olfato bien desarrollado que responde a tales olores. Los machos depositan la secreción de estas glándulas para marcar su territorio y las hembras para indicar su disponibilidad para aparearse. Los conejos olfatean esta secreción y responden frotando su barbilla sobre esta marca.

También me ha gustado observar animales, ya sea en vivo o a través de documentales, domésticos y silvestres. He de confesar que no me siento cómoda sabiendo que algunos no se encuentran en las mejores condiciones de salud, alimentación y alojamiento.

En ocasiones, no estoy muy de acuerdo con los procedimientos establecidos para la producción de carne, leche, huevo y otros productos de origen animal. Obtener estos productos requiere de reproducir a estos animales y, la mayoría de las veces, la forma de hacerlo no es precisamente la más compatible con la forma en que ocurriría de manera natural. Esta situación puede aplicarse también a otros animales domésticos cuya función principal no es producir alimentos, pero sí realizar diversos trabajos intensos, como el caballo, cuyo trabajo va desde jalar un arado hasta correr exhaustivamente en una carrera en el hipódromo. Algunas técnicas de reproducción de estos animales no son compatibles con su naturaleza, por ejemplo, las yeguas son inmovilizadas para que el semental las monte, cuando se sabe que éstas eligen a un macho particular y rechazan a otro. En este caso las personas que crían caballos eligen al macho que consideran es la mejor elección para sus propios fines, sin considerar las preferencias de las yeguas.

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  • Nombre(s):Ma. de Lourdes Arteaga Castañeda

Dra. Ma. de Lourdes Arteaga Castañeda