Comer es una experiencia en la que se combinan factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales y ambientales, los cuales determinan la forma como percibimos y disfrutamos la comida.

Desde el punto de vista biológico, el placer de comer está relacionado con estructuras cerebrales como el núcleo accumbens, área tegmental ventral y corteza prefrontal, entre otras, e involucra a neurotransmisores como la dopamina que en conjunto integran al sistema de recompensa del cerebro. Cuando realizamos actividades que nos agradan como, escuchar música, hacer ejercicio o comer algo delicioso, las neuronas del área tegmental ventral liberan dopamina creando una sensación de bienestar que nos impulsa a repetir estas actividades. Respecto al consumo de alimentos el sistema de recompensa se encarga de procesar los olores, sabores y sonidos de la comida, generando sensaciones placenteras independientemente del valor nutritivo de lo que se ingiere.

Ahora bien, el placer es una experiencia establecida por el cerebro, se refiere a una sensación de satisfacción y bienestar relacionada a la práctica de una conducta que nos parece agradable. Esta percepción de placer es directamente proporcional a la capacidad sensorial del estímulo desencadenante. El consumo de alimentos ricos en azúcares, grasas y sodio, como es el caso de los ultraprocesados, generan una mayor sensación placentera, asegurando así la repetición de esta conducta e incluso ocasionando la pérdida de control en la misma.

Lo anterior es la base de la teoría de la adicción a la comida, cuyo argumento principal es que las bebidas y alimentos ultraprocesados son capaces de inducir un elevado efecto reforzante en los individuos, provocando adaptaciones neurológicas a largo plazo en las vías cerebrales vinculadas al placer y la recompensa, además de síntomas y rasgos conductuales similares a los presentados en la adicción a sustancias como el alcohol, cocaína y nicotina.

Respecto a los ingredientes de las bebidas y alimentos ultraprocesados, el azúcar merece especial atención. En modelos animales se ha observado que el consumo de grandes cantidades de azúcares añadidos promueve una mayor liberación de dopamina, creando una sensación intensa de placer y motivando la continuidad de la conducta, lo que puede llevar a desarrollar una adicción. Este hallazgo es importante debido a los efectos dañinos que el consumo de azúcar tiene sobre la salud, por ejemplo: obesidad, síndrome metabólico, mayor riesgo de diabetes mellitus tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Actualmente la herramienta más aceptada para evaluar la adicción a los alimentos es la Escala de Adicción a la Comida de Yale 2.0, la cual está basada en los criterios diagnósticos para los trastornos relacionados con sustancias señalados en el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales), para su aplicación en el estudio de la conducta alimentaria. Sin embargo, esta escala se centra en alimentos sólidos, dejando de lado a las bebidas azucaradas que, de acuerdo con la evidencia científica, son la mayor fuente dietética de azúcares añadidos en todos los grupos de edad. Por esta razón, con base en la evidencia científica disponible, en la Licenciatura en Nutrición de la Universidad Autónoma de Tlaxcala y el Laboratorio de Endocrinología y Nutrición del Posgrado en Ciencias Biológicas del CTBC hemos desarrollado un cuestionario en escala tipo Likert que tiene como objetivo identificar conductas adictivas hacia el consumo de bebidas azucaradas, además de una serie de recomendaciones médico-nutricionales con el fin de apoyar al diagnóstico y tratamiento de la adicción a la comida.

Este cuestionario autoaplicado permite a los individuos evaluar de manera sencilla y rápida su nivel de dependencia hacia las bebidas azucaradas a partir de preguntas estructuradas que exploran sus preferencias, patrones de consumo y comportamientos relacionados a esta conducta. En el contexto del cuidado a la salud, su accesibilidad y fácil aplicación hacen del cuestionario una herramienta útil y efectiva para la identificación de conductas de riesgo relacionadas al consumo de azúcares añadidos, permitiendo estadificar el nivel de riesgo a la salud del consumidor y desarrollar acciones terapéuticas en su beneficio.

Detalles del autor

  • Nombre(s):
    Luis Antonio Escalona Ortega
    Estudiante del Doctorado en Ciencias Biológicas. CTBC. UATx. nutriescalona@gmail.com

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